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En el siglo pasado, las plantaciones industriales de palma aceitera se expandieron por todo el mundo, primero en Asia y luego en América Latina. El desarrollo de palmeras aceiteras de alto rendimiento y nuevas técnicas de procesamiento, que transformaron el líquido rojo tradicionalmente viscoso en un aceite incoloro e inodoro adecuado para los mercados globales, convirtieron a las plantaciones de palma aceitera en una inversión lucrativa. En los últimos años, la expansión se ha dirigido a África con una venganza. Y numerosas campañas y actividades de promoción han puesto de relieve sus efectos negativos, como la deforestación, el desplazamiento de comunidades, las condiciones de trabajo deplorables, la expansión de los monocultivos, la erosión de la biodiversidad y el cambio climático.
Pero hay otro lado de la historia del aceite de palma: uno que comienza en África Occidental y central, donde los campesinos practican la agroecología, cosechan fruta de palma de pequeñas granjas y arboledas silvestres y la procesan para el consumo local como lo han hecho durante generaciones. La palma aceitera se origina en esta parte del mundo, y solo se introdujo en Asia y América Latina como cultivo de plantación en el siglo XX. En su centro de origen, el cultivo sigue siendo una parte vital de la cultura, los medios de vida y la gastronomía locales, y su producción artesanal está controlada principalmente por mujeres rurales.
Este video ofrece una ventana a la realidad de la producción artesanal de aceite de palma dirigida por mujeres, una realidad que a menudo se vuelve invisible en las narrativas del aceite de palma industrial global. Este modelo se ve amenazado por el rápido avance de las plantaciones industriales, los acuerdos de libre comercio y las cadenas de valor controladas por las empresas a expensas de los sistemas alimentarios basados en la comunidad.

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